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Lenchiaugurios

2013 fue un año muy random para mí. Lleno de muchas cosas bonitas, cosas chistosas,  cosas que no entiendo, con chichis por aquí, chichis por allá.

Llegó el 2014 rápidamente y con él, el momento de la tradición mexicana de las 12 campanadas y pedir un deseo por cada tilín-tilín, tolón-tolón que suena; al mismo tiempo que uno se come una uva POR CADA CAMPANADA.

Es decir, además de pensar en el deseo con todo tu corazón, tienes que atragantarte un uvón tamañonememes, apurarle y pasar a la siguiente uva, deseo y campanada.

Un gran, gran, gran reto que para mi boca no entrenada para cosones –if you know what i mean- , se vuelve toda una hazaña…

Y es así como tú lectora, llegaste a uno de mis 12 deseos, uvotas y esfuerzos. Mientras  mis tíos y demás familiares pensaban sus lindos deseos, y ellos me veían a mí con una gran sonrisa como diciendo “Aw la sobrinita, bien enfocada en los suyos…” yo las tenía en mente.

Deseé con todas mis fuerzas,  que las papayas se multiplicaran en sus vidas y que fueran de buena cosecha. Nada de aquellas que se esconden o se cierran a la hora de la hora. No.

No más bugas que quieran experimentarlas (O no que las hagan clavarse, al menos).

No más perrilove, dramalencho.

Más boobies, más amor, más todo.

Puros lenchiaugurios.

¡Feliz, feliz, feliz  lenchidosmilcatorce a todas!

Escríbanos qué les gustaría saber, escuchar, leer, ver, hacer en éste año.

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(No tan) Querida Ex Novia

(No tan) Querida Ex Novia:

Antes que nada, ¿cómo estás? Me imagino que no tan bien, aunque tampoco tan mal. ¿Qué tal el nuevo trabajo? En ese rubro no te puedo dar consejos porque ni siquiera sé en qué estás trabajando (ni dónde). Quizás te preguntes cómo estoy yo… Pues si te digo la verdad, he tenido mejores momentos. Después de correr de arriba a abajo por meses y apenas tener tiempo para dormir, se siente un vacío al regresar. A eso hay que sumarle que no tengo nada que hacer mas que mandar curriculums como pendeja, a ver dónde me aceptan.

La verdad es que esperaba, para éste punto, saber algo de ti. Mira que no soy exigente, un simple mensaje hubiera sido suficiente. Yo si te escribí pero Dios sabe por qué a tus veintiséis años actúas como adolescente loca y me bloqueas de toda red social existente. Empezaste con Facebook, ni siquiera me bloqueaste, sólo restringiste lo que yo podía ver al mínimo y me pediste que hiciera lo mismo. Luego me eliminaste y finalmente me bloqueaste, para que no quedara lugar a duda de que no querías saber nada de mi. Luego fue Twitter y casi simultaneamente Instagram. En algún punto me exigiste que te dejara de seguir en Pinterest, hazme el favor. De Skype me eliminaste el día que llegué a Sydney…

Lo que yo no entiendo es cual es el afán de sacarme de todos lados. Discúlpame pero estar conmigo te hacía más bien que mal y sino pregúntale a cualquiera de tus amistades. El sábado que mis papás te encontraron en el súper me dijeron que te veías más flaca. «Son las tachas» pensé. Y es que por un lado, no tienes nada que reclamarme y por el otro, si te vale madres, ¿por qué llegar a tantos extremos? Yo no sé si estás dolida o si de plano crees que cargo la peste, pero ya estoy harta. La verdad es que no tendría porque ser tan difícil entablar una conversación decente con la persona con la que estuviste más de 18 meses.

Así que en vez escribirte a ti pondré esto aquí. Lo van a leer todas ellas, en vez de ti. Tú puedes seguir brillando por tu ausencia.

Con cariño para todas mis lectoras,

A.

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Australia: ¿paraíso lésbico?

Ya las vi quejándose. Que si el Mardi Gras, que si no twitteamos, que sí L cada día desvaría más, que si A se está poniendo demasiado impertinente…

En sólo tres semanas he tomado ocho vuelos. Ocho. Así. Creo que he pasado más tiempo en aeropuertos que durmiendo. He tomado con gente de tan variadas nacionalidades que ya me siento «ciudadana del mundo» y he tenido que bañarme en lugares que ni les cuento. Así están las cosas, por eso no les había escrito.

Ya voy de regreso a México. Dos o tres lágrimas se me escaparon en el camino. Que bueno que nadie veía.

¿Qué les parece que hoy les cuento de la vida nocturna y lésbica de Sydney? Van algunos datos:

  1. Sydney no es el paraíso lésbico. Sydney es el paraíso gay, el paraíso del hombre homosexual moderno. Y aunque la ciudad es muy gay friendly, hay banderas gays por todas partes y son incontables las parejas lesbianas y gays que se ven en las calles, la verdad es que la población lésbica no es tan alta.
  2. Las australianas son rudas. Sï, así. En México yo me veo levemente lesbiana, en Sydney soy lo más buga del mundo. Lo que pasa es que la australiana promedio se viste con tank-tops y chanclas, así que para diferenciarse las lesbianas se ven todavía más rudas. Estoy generalizando, tuve algunas amigas muy femeninas en Sydney, pero la gran mayoría usa trucker-caps y tiene el pelo corto.
  3. Nadie va a pagar por ti ni tú deberías pagar por nadie. Aunque es una práctica muy común que cuando dos mujeres que se agarran o planean agarrarse van a la barra de un bar una paga, también es MUY común que si te pagan devuelvas el favor.
  4. El Mardi Gras no es lo que parece. Dicen que es el desfile número uno del mundo, pero sólo es eso, un desfile. Te paras atras de un barandal a verlo y cuando termina tienes que pagar boletos de mínimo 50 dólares para ir a alguna de las fiestas post-mardi gras. Lo que pasa entonces es que, a diferencia de ciudades como Londres o Paris, no hay una «comunidad» festejando junta, sino varias fiestas aisladas.
  5. En Australia se hace ejercicio. Sí, mucho ejercicio. Ya les había contado que yo corro, pues en Sydney TODOS (y todas) corren. Eso significa que la mayoría de las mujeres están en forma y que te vas a cruzar con varias lenchas mientras corres por la playa.
  6. Hay fiestas gays y fiestas de lesbianas. La cosa no se mezcla. Y aunque vas a encontrar a algunas lesbianas en los antros gays y a algunos gays en las fiestas de lesbianas, la cosa va por separado.
  7. En una noche en Sydney puedes conocer a mujeres de más de veinte nacionalidades distintas. Si te preguntabas cómo son las lesbianas de la India o las de Hong Kong, corre a Sydney a averiguarlo…
  8. ¿Qué tan promiscuo es promiscuo? Una australiana promedio nunca ha pasado más de dos meses sin sexo (sí, sí pregunté). Eso significa que… Los antros son para agarrarse a alguien. No vas a una fiesta a bailar, vas a bailar con alguna mujercilla de tu agrado. Y, claramente, la idea es que tú acabes en su departamento o ella en el tuyo. Ni te las des de santa que eso no va.
  9. Por lo mismo, antes de la 1 am la mayoría de las mujeres en el antro ya tienen su lengua metida en gargantas ajenas. Si te gusta alguien, te tienes que apurar, mi reina.
  10. Vamos a lo que vamos, sin rodeos. Básico, están ligando, no haciendo amigas. No te van a hacer plática, te van a decir que estás hot y te van a tratar de dar un beso. O lo tomas o lo dejas. Simple.
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El mundo futuro

Y aquí seguimos con las mismas ganas de soñar, plantando flores sobre hierba artificial. Pariendo clones, suplicando amor, paseando al perro del balcón al salón.

Hacía mucho que no escuchaba Mecano, pero hoy me levanté con ganas de Bosé y Torroja y Sariñana. Así nada más. Primero mucha música inglesa y luego mucho español para sentirme mexicana…

Tengo muchas muchas historias. Hay unas que no quiero contar, hay otras que sí.

Estábamos en un antro. Ella tenía a una australiana colgada de un brazo. Yo… Yo nada más veía. Me gustaba. Me gustaban ella y la actitud y la forma en la que se quitaba a la otra de encima cada vez que podía. Ella estaba borracha, yo casi sobria. Me acerqué y le dije alguna tontería… La respuesta fue increíble: «I hate how beautiful you are». (¿QUÉ?) La hice repetirlo… «I hate how beautiful you are».

Nunca nadie me había hecho un cumplido tan abrumador. No podía creerlo. Sonreí, tartamudeé una respuesta. (Así de impactada estaba). La mujer regresó con su australiana y terminó agarrándosela en algún departamento en Sydney. Las vi saliendo del antro y subiéndose a un taxi. Juntas.

«I hate how beautiful you are». Lovely.

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Las lesbianas de Sidney

Ahora les escribo desde un parque en Sídney. No tengo internet, así que para cuando suba esto ya estaré en mi hogar australiano.

Llevo una semana y media aquí, pero ya me empiezo a sentir parte de la ciudad. Ya puedo tomar algunos camiones sin perderme y ya entendí que las monedas más chicas son las de dos dólares y las más grandes las de uno (esas cosas cuestan trabajo).

Ayer me decidí a ir al evento que hace todos los miércoles un bar de lesbianas en Sídney. No sé cómo me convencí a mi misma de llegar hasta la estación del tren y sentarme a comer con cinco mujeres que nunca había visto en mi vida. Háganme el favor, conocí a una lesbiana de Israel (ni siquiera se me había ocurrido que eso fuera posible).

Les cuento… Desde la semana pasada, las amigas de unas amigas, de unas amigas (o sea unas desconocidas) me invitaron al lencho antro. Como acababa de llegar y ni siquiera tenía celular, la semana pasada no fui, pero cuando me invitaron esta semana me obligue a mi misma a ir. Llegué tarde a la estación del tren y busqué las escaleras donde había quedado de verlas. No pude encontrar las dichosas escaleras y le tuve que marcar a una de las mujeres para que me dijera dónde estaban. No conocía a ninguna de ellas, ni siquiera de vista; tuve que describir como iba vestida. Me saludaron y nos fuimos a un restaurante/bar/antro a comer y tomar.

Rarísimo. A alguna hora subimos a la parte dónde la gente estaba bailando. Mujeres de México: ustedes no saben el significado total de “lesbiana” hasta que vean algo así. Lesbianas. Lesbianas con pantalones a media pompa y trenzas. Lesbianas con el pelo corto y tatuajes por todo el cuerpo. Lesbianas que jurabas que eran hombres en el lugar equivocado. Lesbianas con rastas. Lesbianas con shorts y converse y camisetas que dejaban ver más de lo debido. Lesbianas, lesbianas, lesbianas.

Mentiría si no dijera que no me gustaron algunas. Claro que me gustaron, pero mi cabeza sigue dándole vueltas a mi última relación fallida y termina comparándolas a todas con ella…

Después de recorrer varias veces con la mirada el lugar (mientras bailaba con mis nuevas amigas) escogí a mi favorita. Una chava que a lo mucho tenía mi edad (aunque podría ser más grande). El pelo casi rapado y un fleco rarísimo. Converse de bota, shorts y una tank top muy floja. Facciones finísimas que contrastaban con su look masculino. Los ojos excesivamente delineados… Y estaba loca. Lo juro, estaba loca. Tomaba, gritaba bailaba… Le coqueteaba a todas sus amigas, se reía y en el inter me devolvía las miradas. Más de una vez la caché viéndome mientras bailaba.

En eso llegó la francesa. La francesa también tenía el pelo corto pero su look era bastante más clásico. Saludó a mis nuevas amistades y me saludó a mi también. En cuanto me empezó a hablar supe que yo le había gustado.  Estaba guapa, bastante. Dos o tres veces la trataron de ligar en frente de mi. Me sacó del antro y nos fumamos un cigarro junto a la puerta. Volvimos a entrar. Me invitó una cerveza. Volvimos a salir…. Jugamos billar, le gané. Y platicamos y sentía su mirada clavada en mi todo el tiempo. Sabía que quería, no, que esperaba, algo más de mi. Y de repente… huí. Sí, huí. Le dije que se iba mi camión y me salí del antro. Así nada más. No era cierto. Busque un camión que me llevara a casa por más de una hora. Recorrí todo Sidney en la noche. Me senté por más de media hora en una parada de camión con gente rarísima. Llegué a otra… Me subí a otro camión.

Dos horas más tarde logré llegar a mi australiano cuarto. Eran las 4 am. Y mientras me lavaba los dientes y me curaba las cortadas que tenía en el pie (yo tampoco me lo explico), me pregunté a mi misma por qué había salido corriendo así. Todavía no lo sé.

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En una terminal de aeropuerto…

Ok. Estoy varada en un aeropuerto de Estados Unidos. Estoy sola, con una maleta de 20 kg y una mochila de 7. No suena a tanto, pero a la hora de subirse y bajarse del «shuttle» entre terminales se vuelve mucho. No hay lockers, así que ya me resigné a mantenerme pegada a las maletas. Ya me instalé en un Starbucks, tengo mi computadora conectada a la corriente sobre la mesita café y mi maleta roja alado, llamando la atención de  los que pasan alado. Había pensado ver una película, pero no estoy segura de que ponerme audífonos y darle play sea lo mejor en mi situación.

Llevo aquí 4 horas y me faltan otras ocho para tomar mi siguiente vuelo. ¿A dónde voy? Como se podrán haber imaginado por posts pasados, voy muy lejos. En parte porque tenía ganas de escaparme de todo y en parte porque no tenía nada que hacer (terminé mi carrera en diciembre y no tenía ganas de volverme oficinista). Entonces, ¿a dónde? Al lugar más lejano que pude encontrar, Australia.

Nunca he sido lesbiana en otro país. En mis viajes más recientes, apenas tocaba tierras extranjeras me volvía buga o, en el mejor de los casos, asexual. Mi viaje lo hago con el corazón medio roto y casi ninguna expectativa (a veces así resultan mejor las cosas).

Les escribo esto porque mi próximo post será escrito desde allá y espero tener mucho que contar.

Ténganme un poquito de paciencia y prometo no defraudarlas, queridas lectoras.

Besos.

A.

P.D. L, por su parte, también está en otro país (congelándose). Espero que pronto tengamos noticias suyas.

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Encuesta Lenchaholics: Pregunta 8: ¿Qué buscas en una pareja?

Tenemos más resultados de la encuesta. ¿Ya saben cuál encuesta? Si no saben significa que no han leído Lenchaholics lo suficiente y que necesitan seguirnos en Twitter o Facebook o unirse a nuestra Mailing List. La encuesta fue contestada por 221 mujeres, de las que sólo tomamos en cuenta 200 (debido a restricciones que impone el sitio de encuestas). Esta semana estaremos escribiendo unos cuantos artículos para darles los resultados de nuestra lenchísima encuesta, estén al pendiente.

Pregunta 8: ¿Qué buscas en una pareja?

Hay quien jura que el físico no importa y hay quien no pone un dedo encima de una mujer que no haya estudiado una carrera. Según varios estudios, los hombres heterosexuales se fijan más en el físico, mientras que para las mujeres heterosexuales es más importante el «poder» que tiene una persona. Pero, ¿qué buscan las lesbianas? Dividí la pregunta en varias categorías que van desde guapa (físico) hasta exitosa (poderosa), pasando por algunos clásicos como la posición social o el talento en la cama. Les presento los resultados:

Vital Muy importante Relativamente importante No muy importante Me tiene sin cuidado Valoración
media
Guapa 6.5% (13) 18% (36) 55.5% (111) 12.5% (25) 6% (12) 2.94
Inteligente 51.5% (103) 38% (76) 8% (16) 0.0% (0) 0.5% (1) 1.57
Culta/educada 44.5% (89) 42.5% (85) 10% (20) 1.5% (3) 0.0% (0) 1.68
Buena clase social 1.5% (3) 8.5% (17) 39% (78) 28% (56) 21% (42) 3.60
Con un buen trabajo 2.5% (5) 23.5% (47) 33.5% (77) 23.5% (47) 7% (14) 3.10
Buen sexo 41.5% (83) 34% (68) 18% (36) 3% (6) 1.5% (3) 1.87
Exitosa 16% (32) 36% (72) 32% (64) 8.5% (17) 4.5% (9) 2.48

En la tabla, el rubro que dice valoración media es un promedio dándole a cada una de las respuestas un puntaje. «Vital» vale un punto, «muy importante» dos y así hasta «me tiene sin cuidado» que vale 5 puntos. Esto significa que en promedio las encuestadas creen que:

  • Guapa: Relativamente importante (2.94)
  • Inteligente: Muy importante (1.57)
  • Culta/educada: Muy importante (1.68)
  • Buena clase social: No muy importante (3.60)
  • Con un buen trabajo: Relativamente importante. (3.10)
  • Buen sexo: Muy importante. (1.87)
  • Exitosa: Relativamente importante. (2.48)

(Entre menor el número, más importante).

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Encuesta Lenchaholics: Pregunta 7: Si encuentro a la mujer de mi vida yo…

Tenemos más resultados de la encuesta. ¿Ya saben cuál encuesta? Si no saben significa que no han leído Lenchaholics lo suficiente y que necesitan seguirnos en Twitter o Facebook o unirse a nuestra Mailing List. La encuesta fue contestada por 221 mujeres, de las que sólo tomamos en cuenta 200 (debido a restricciones que impone el sitio de encuestas). Esta semana estaremos escribiendo unos cuantos artículos para darles los resultados de nuestra lenchísima encuesta, estén al pendiente.

Pregunta 7: Si encuentro a la mujer de mi vida yo…

¿Te has preguntado que esperas de esa chava a la que tan confiadamente llamas «mi amor»? Hace unos años iba en un coche con una exmujer (de esas que no me gusta recordar). Eran más de las 4 am y ella y yo íbamos en el asiento trasero cuando empezó a llorar.

—Es que tú no te casarías conmigo —dijo. Cabe mencionar que había tomado demasiado y no era su mejor momento.

—¿Qué?

—Sí, si yo pudiera me casaba contigo…

—Yo no me quiero casar con nadie —dije, rogándole a Dios que nadie estuviera escuchando el drama que la mujer me estaba haciendo. «Y mucho menos contigo» pensé.

La mujer siguió llorando y yo di gracias a algún ser supremo cuando por fin me pude bajar del coche… Historia tétrica aparte, me quedé pensando qué podía esperar de una relación lésbica. Hasta ese entonces nunca me había pasado por la cabeza un matrimonio lésbico. ¿Qué pasaría si encuentro a la mujer perfecta (para mi)? ¿Qué tipo de relación sería? ¿Que haría? ¿Qué no haría? ¿Qué querría vivir con ella?

Es por eso que en la «encuesta Lenchaholics» les pregunté qué harían con la mujer de su vida. Les comparto los resultados:

  • El 53.5% de las mujeres encuestadas buscarían que su familia la viera como su pareja/esposa. (107 de 200)
  • El 53%  viviría con ella. (106 de 200)
  • El 35% se casaría con ella. (70 de 200)
  • El 33% tendría una relación a largo plazo con ella, pero serían independientes. (66 de 200)
  • El 30.5% tendría hijos con ella. (62 de 200)
  • El 25% adoptaría mascotas con ella. (50 de 200)

¿Qué opinan? ¿Están de acuerdo con la encuesta? ¿Existen otras opciones que no nos planteamos normalmente? ¿Cuál sería su relación perfecta?

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Como ser lesbiana y no morir en el intento

Como ser lesbiana y no morir en el intento

por valeriofeliz (Ganadora del concurso)

Hace unos ocho años sentí por primera vez el impulso de agarrar a besos a una mujer (o al menos eso recuerdo). Obviamente en aquellos tiempos -por muy ruca que suene- no había lenchas desclosetadas de secundaria y mucho menos en una escuela católica (¡Dios nos libre!). Tener que callarlo fue de las cosas más estresantes del mundo: esconder todos los impulsos y joterías, controlar todas las hormonas y pretender que con “un novio” iba a dejar de tener esas chaquetas lésbicas mentales… ¡Qué inocente! Al besar a la primera chica, todas esas chispas, calenturas y mariposas, por fin tenían una razón de ser. Las dudas existenciales de que si lo que hacía estaba bien o mal, pasaron a segundo término.

¡¿Qué chingados es una lesbiana?!, ¿qué hago?, ¿me tengo que vestir diferente?, ¿hay un club donde te enseñen el código lencho?, ¿cómo le hago para cogerme a aquella?… espera… ¡¿cómo cogemos las lesbianas?! – esas y otras mil quinientas preguntas se cruzaban en mi cabeza cada vez que me sorprendía a mí misma sabroseándome a alguna maestra, cantante, compañera, artista o cualquier víctima de mi adolescente libido. Fue pasando el tiempo y me di cuenta de que esas preguntas no tienen respuestas únicas y que eso que llamamos gaydar (Sí, ese con el que ves a una morra y aunque traiga al “novio” de la mano, tu dices: «¡A ella le truena la reversa!») es una parte crucial de la divertidísima adaptación a un mundo diferente.

Las personitas con las que vas juntándote, si están igual de novatas que tú en el tema, te ayudan a descubrir en conjunto la dimensión gay desconocida. En cambio, si ya tienen tiempo en el negocio tortillero, son ellas las que te a dan pequeños consejos (tipo comer danonino sin cuchara) y te guían sabia o tropezadamente por el nuevo estilo de vida al que, sin querer queriendo, acabas de llegar.

Obviamente, como la mayoría de las cosas, aprendes en el camino, y te das cuenta de que la vida real no es como te la platican en The L Word, ni tampoco puedes esperar que exista un manual detallado de “Lenchas for dummies”, ser y asumirse como lesbiana es algo que vas descubriendo en cada beso, en cada crush, en cada novia, en cada ex-novia, en cada ataque de celos, en cada propuesta de matrimonio, en cada discusión intensa o en cada tarde de sexo apasionado.

Si, es cierto que a veces creemos morir en el intento, o entramos en crisis por darnos cuenta de que caemos en ciertos estereotipos que la gente juzga. Y también es cierto que no podemos evitar las preguntas incómodas con la familia, pero a pesar de todo ello, tendemos a sobrevivir; y cada una, a nuestra manera, vamos escribiendo nuestro propio manual: rompiendo nuestras reglas y creando nuevas.

Después de ocho años de haber reconocido y haberle puesto nombre a ese impulso de besuquear a una mujer, llegó a mi vida hace algo así como tres años, una chica, que no sólo me da esos impulsos besucones, sino me hace reafirmar que sí, soy lesbiana, (muy lesbiana) y que por ella valdría la pena morir intentando cualquier cosa.

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Cómo ser lesbiana y no morir en el intento: Finalistas

Cuando me descubrí lesbiana me dieron ganas de salir corriendo. Para «compensar» empecé a salir con varios hombres y a usar tacones más seguido, como si eso fuera a rescatarme de mi lenchez. No funcionó. Lo de lesbiana ya lo traes escrito en tus genes y sólo tienes que esperar a que se manifieste. Si lo aceptas o no, si te casas con un idiota que no entiende por qué te gusta tanto la película de los Ángeles de Charlie o si te vuelves defensora de la comunidad LGBT, es tu problema. La verdad ya la sabes, la sabías desde que tenías 5 años y te gustaban más los muñecos (de acción) que las muñecas. 

Un día lo acepté. Un día me dio gusto ser diferente. Los caminos son distintos, hay quien para sobrevivir a su lesbianismo se vuelve monja, solterona, miembro de una secta de mujeres «liberadas»; o de plano se casa, tiene ochenta hijos y se olvida del «problema».

Lenchaholics lanzó una convocatoria (dar click para leer) el mes pasado, pidiéndoles a nuestras lectoras que escribieran un «post» hablando de sus experiencias en el lesbianismo. De todas las entradas que nos mandaron, nosotras escogimos cuatro. Esas cuatro están publicadas en nuestra página de Facebook: http://www.facebook.com/lenchaholics/notes y la ganadora depende de ustedes. Dale «Like» a tu favorita para ayudarla a ganar (tienes hasta el 3 de Enero para votar).

¡Gracias a todas las participantes, nos encantó leer sus posts y felicidades a las cuatro finalistas!

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